Friday, June 23, 2006

Uno nueviejo

Manooko escribió esto (muy lindo, por cierto) en su blog, e instantáneamente me acordé de esto, que es algo que yo escribí el año pasado. En ese momento recién empezaba socio y me la pasaba soñando con colectivos. También me encantaba Clarice Lispector y estaba enamorada:


Él llamó y yo estaba soñando con un colectivo y en el colectivo estaba yo. No hay ley más obedecida que la de no fumar en los medios de transporte. Pesa tanto en la moral que el cartel que la enuncia es muy pequeño o inexistente. Bajo la mirada y veo que los pasajeros están fumando.
Quiere decir que la ley moral no es tal, sí, la diferencia es que ahora lo creo.
Las reglas son ahora en mí y para mí. Tengo conciencia de yo. Felicitaciones. Queda algo y ese algo es la revolución.
Pero prefiero pensarlo como una torta que yo con mucho trabajo y regocijo cocino y amorosamente decoro para luego comerla entera y junto las migas con mi dedo pulgar y las ingiero también. La revolución de yo vino con la conciencia de yo pegaditaslasdos
Donde hay poder hay resistencia. En cualquier segundo inesperado volverá la vieja yo y querrá dominarme a mí, que soy nueva y vieja y voces.
“Olvidar que fueron Persépolis y Roma”. Oigo un sonido opaco y ciego que proviene de otra parte pero a la vez de mí. “Olvidar que fueron Persépolis y Roma” Un sonido viejo y ciego como un árbol anochecido. Es mi única y mi mejor salida. Olvidar que fueron todas estas voces. Y luego el silencio. Y del silencio seco mi voz, como la de un niño que canta mientras arma muñecos con plastilina. Su canción nunca comienza ni termina porque su canción es él. Y detrás de él estoy yo. Y sonrío entera, expandiéndome desde mi centro de luz de blanca amatista. Sonrío y me expando. Siempre hay vértigo y magia en las sorpresas que yo tengo para mí.

1 comment:

ES said...

Me gusta cómo escribís. ¿Por qué no publicás prosa más seguido?