Thursday, May 17, 2007

sí, ya sé,

soy una ladrona pero shhhhhhh...


que no se entere nadie!

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Tuesday, May 08, 2007

dale, che, manuchooooo

Ayer a la noche las niñas exploradoras estábamos mirando con mamá una entrevista muy vieja (no sé de qué año, pero estaba en blanco y negro) a Manuel “Manucho” Mujica Láinez, sorprendente, en primer lugar, por la horizontalidad que sus orejas marcan en relación al cráneo; en segundo lugar, por la cantidad de calles que eran “amigosz muy queridosz y muy czercanosz” de su bisabuela y que resultaron ser biografiados por el propio Manucho; y en tercer lugar, por el buda de roca ígnea que trajo “del Japón” y que dos japoneses, siempre tan serviciales y regaladores, cargaron durante toda su estadía en un país exótico e impactante por demás a los ojos de “un joven que supo cultivar el amable oficio del periodismo”.
En un determinado momento de la entrevista, en donde el periodista iba agarrando cada uno de los libros escritos por Manucho (uno de ellos era una traducción de 50 sonetos, que hizo para evadirse de la brutal persecución peronista que recayó no sólo sobre sus espaldas sino también sobe las de “Georgie”), agarran uno (que no recuerdo cuál era), cuyo prólogo es el poema de Borges dedicado a Manucho (que está en La Moneda de Hierro, hombres de poca fe): uno que termina diciendo algo así como “alguna vez tuvimos una Patria –recuerdas?- y los dos la perdimos”. Ok. Acá no vamos a hablar sobre lo que ya se dijo ochenta veces, que vendría a ser algo así como “es verdad, Manucho sí TUVO una patria”. Él, su bisabuela, y 20 amigxs más. No lo vamos a criticar, porque además de que las niñas pensamos que la oligarquía fue, es y será un grupo de gente muy festiva y pintoresca que sabe andar a caballo (no como las niñas, que le tenemos miedo a los animales grandes) y que está en contra de las retenciones, creemos que Manucho, vaaaaamos, no es un Sarmiento que creó mitos fundantes, viszte?
Lo que sí vamos a hacer es lo de replantear lo de la izquierda y la derecha. Otra vez. ¿Por qué? Bueno, la cosa viene así: mientras las niñas se distraían con las orejas de Dumbo Manucho Mujica Láinez, se acordaron de otro animal muy graaaaande que no es un caballo, pero que a las niñas asusta por demás cuando pretende enseñarles ética y moral de la Gestapo. Resulta que este bicho, de la familia de los mamíferos chaqueños, dijo con muchísima soltura en el programa de Marianin, que la culpa de que el país esté como esté la tienen los manuchos, que en lugar de Hacer Patria estuvieron sentaditos en la estancia tomando aperitivos, Carajo! Sí, “Carajo”, porque ahí le salió la verdad verdadera que le resuena en la cabeza y en el opaco corazón de mamífero chaqueño cada vez que emite como un eructo palabras como “República” y “Contrato moral”. Claaaro, ¿el contrato moral para quién es? Para los Manuchos que no diversificaron la producción, papá!
Acá las niñas no queremos meternos tanto porque tanto no sabemos, pero si no nos equivocamos, el socioloco-historiador Casanova dice algo así pero más pior. Dice que la crisis del modelo agroexportador se debió a la kultur de los Manuchos, que eligieron tener un consumo suntuoso importado, en lugar de comprar suntuoso pero autóctono, gauchesco y nacional. Las niñas no sabemos cuantos budas de roca ígnea hará falta producir para sacar la patria argentina adelante, pero presuponemos que pueden ser unos cuantos. El tema es que Casanova (que no tiene nada que ver con Jean Francois) es presentado por la tribuna troska de mi corazón (sita en uriburu y marcelo té) como el loquito gramsciano que “sabe llegar a una explicación desde la cultuuuura, desde lo súper- estructural, sí?”. Sí, eso lo entendemos. Pero el tema es que como estamos rodeadas por mucha gente que tiene muuuuchos pelitos y que dice con un tono de voz cuasi maternal que es una pena que los pobres voten tan mal, cada vez que las explicaciones se remiten a los Manuchos, las niñas aguzamos la nariz y mmmmmmm… no huele a pan recién horneado.

Monday, May 07, 2007

Hice preescolar y primaria en el Buzchiazzo. El Buschiazzo es un colegio que queda enfrente de la casa en la que vivo ahora pero en la que no vivía cuando hacía la primaria, sino mucho más lejos. Así que mi vida no fue fácil, porque soy genéticamente remolona y nunca me podía levantar para llegar a las 8, que era el horario de entrada. Esto me trajo varios problemas de índole familiar, porque mi hermanita es una onda más “alondra” y además tiene desde muy (muy muy) chiquita una facilidad para contraer ataques de nervios y stress grosso, producto de un exceso de energía ocasionado por el nesquick que ella indefectiblemente tomaba y que yo indefectiblemente volcaba con gracia y maestría. Este exceso de energía era descargado a través de patadas sistemáticas que el mostro irradiaba cómodamente desde su costado del asiento trasero del auto mientras yo intentaba tomarme un cepita sabor manzana, que mi madre optó mentadamente por darme de desayuno: si se volcaba, no manchaba. Genial.
Yo iba a la sala azul, tenía cinco o seis años y había un chico muy rubio que se llamaba Federico y gustaba de mí. En los recreos, que en el jardín no se llaman así, sino “patio”, teníamos una dinámica que él y yo aprendimos, en parte, de Cris Morena, quien con toda seguridad arruinó psicológicamente a más de una generación. El juego era algo así: la maestra (Lea, a quien le tenemos mucho cariño) decía “patiooooo” y ahí salíamos. Yo empezaba a caminar todo el patio en un círculo enorme. Sola. Caminaba y miraba la pared, el piso, las aulas. Federico cada tanto me tocaba el hombro, dos golpecitos, como cuando reconocés por la calle a alguien. Ahí yo me daba vuelta y le pegaba un cachetazo. La secuencia se reproducía hasta el infinito, o hasta el momento en que Lea decía “salaaaaa”, lo cual cuando sos chico es más o menos lo mismo. Obvia que Federico me gustaba. Obvia también que si no le pegaba me iba a dejar de gustar.
”Aaaah, entonces, ella estaba corriendo de una cosa linda”.
Sí, qué forrada, no?

Sunday, May 06, 2007

ah, che,

las niñas exploradoras cumplieron un año. no es para les digan feliz cumple, pero sí era preciso el recordatorio. de regalo, y de torta, y para compartir, les compré la historia amarilla de rapaport. son unas gorrrrdas, pero yo las quiero igual.


ah, y les dejo esto también