Monday, September 11, 2006

Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón

Ahora soy temerosa, pero de chica me gustaba patotear. Y casi sabía patotear bien. Con los varones me llevaba mal. En cuarto grado eso puede tener consecuencias nefastas y más de grande también. A pesar de todo eso tenía un amigo, Javier. Me hice amiga porque en cuarto grado un maestro nos impuso como compañeros de banco. El maestro se llamaba Rosatti. Rosatti no era constructivista. Supongo que les habrá pegado a sus alumnos hasta que pasó a estar prohibido por ley. Para enseñar regla de tres simple te daba de tarea catorce problemas todos iguales. Pero ese día Rosatti estaba enseñando unitarios y federales. Mi mamá me había dicho que esa distinción era un mentira, que los federales después pasaron a ser unitarios y que Rosas era lo peor. Rosatti era rosista y nos pretendía enseñar la biografía de Don Juan Manuel. En señal de repudio yo me empecé a abanicar con una hoja de fotocopia bostezando sistemáticamente y mirándolo con saña. En un momento paró de hablar y me dijo “nena, ¿podés parar un poquito con la hojita?” Mi mamá me había dicho que yo me llamaba Sol, por lo que el vocativo “nena” no me cerró para nada. Motivo por el cual dejé la hoja sobre el pupitre y empecé a realizar la misma tarea con mi regla (una regla hermosa, con un holograma de Jem que del otro lado tenía las tablas del uno al nueve). Enseguida Rosatti me miró nuevamente y me dijo “andá afuera si tenés calor; y ya que salís, pasá por la dirección”. Los varones empezaron a reírse como hienas descerebradas (todos salvo Javier) y las mujeres me miraron con el desdén con el que se mira a un desclasado. Salí y me puse a llorar en silencio justo en la puerta del aula. La directora me dio un vaso de agua y unas galletitas.
A mi mamá no le conté nada y la vergüenza no me dejó dormir por tres semanas. Y aunque me mostraba angustiada, fui capaz mantener el secreto. Pero igual mi mamá se enteró, porque era amiga de la mamá de Javier, que sí era constructivista, al igual que ella. Cuando Javier le contó a su mamá, ella le preguntó: “¿y te parece que se iba a abanicar con una regla?, ¿no le estaría pasando otra cosa?”, a lo que él respondió: “no, mami, tenía calor”.

3 comments:

Cereza Martinez said...

Increíble, yo tambien vivi algunas formas de fascismo en la escuela

nv said...

jaj! lindo texto: javier , un tierno, un amigo: un creyente.

sol said...

sí, tendría que conseguir el teléfono, no?