Thursday, September 28, 2006

me gusta el sabor en mi boca cuando pienso en voz alta

Primero, la marcha. A diferencia de la última, hoy no tengo mucho para decir. Clima similar al de un velorio: pocos bombos, pocos trapos. El aplauso pelado, la escasez de megáfonos, la lentitud del paso con el que avancé siguiendo a la línea fundadora, me remitió (no tengo la menor idea de por qué) a otros lugares. Supongo que el clima tan raro y tenso, de experimentar y ver en el resto de la gente que marchaba una tristeza tan honda, tiene que ver con que nadie a ha podido todavía hacerse de Julio López como bandera propia. Mientras sea así, lopez es un desaparecido de todos (esa era la sensación que trataba de describir más arriba). Y es que capaz hay cosas sobre las que existe un determinado consenso, pero a la vez sospecho bastante de lo que pueda llegar a pasar de aquí a un mes. Más teniendo en cuenta el mencionadísimo carácter impredecible de la política nacional, de la cual hoy fui víctima laboral directa (la crisis institucional de la ciudad post cromagnon y las internas merecerán un post aparte): en dos meses, es la segunda vez que me voy del mismo lugar. No lo voy a negar: el ser joven es el placebo del lienzo en blanco, el aliciente del dulce y largo porvenir. Pero a la vez es eso mismo: la imposibilidad del sistema cerrado, la infinita probabilidad de acción. Es el miedo rotundo de no saber hacia dónde dirigir el propio accionar.

Creo que de ahí proviene mi amor por los sistemas y los diagramas. De hecho, al terminar mi decimoquinto cigarrillo después de la noticia, pensé: “esta noche voy a leer a Durkheim como una oración de paz”. Y creo que así lo leemos todos, hacemos carreras trabajos y familias buscando recortar y cerrar. Y no me importa en lo más mínimo la cantidad de veces que esto ya se dijo: hoy me está pasando por el cuerpo.

Hace unos pocos días, Margarita nos contó en el taller que había soñado con el sentido de la vida. No voy a narrar el sueño porque estoy a la espera del texto margarito que lo contenga. Sí su interpretación: la vida es una puesta en escena cuyo carácter negamos a partir de la generación de sentidos, de recortes, que la reproducen como puesta en escena. Y claro: fumar es poner eso en evidencia, hacer una puesta de la puesta. Llevar un blog, también.

El lunes tengo parcial y la consigna acción-sistema ya se ve venir desde que empezamos a cursar: voy a poner a weber y shütz en acción, y a durkheim, parsons y luhmann en sistema (lo dice el programa, no lo digo yo).
Leer a weber es ascetismo. Leer a durkheim es paz. Leer a shütz es lo más intrascendente del mundo. Leer lo último de luhmann es un hecho feliz. Dice que:
1. hay sistemas
2. sistema= complejidad reducida. Resolución del gran problema del universo por medio de la diferenciación sistema-entorno.
3. todo sistema es operativamente cerrado.
4. todo sistema selecciona.
5. todo sistema es la producción operativa de su límite.

Yo leo, corto y cierro.

4 comments:

nv said...

Lindo posteo Sol, lo de Julio López, me tiene muda. Es más, no logro cerrar el "sistemita" propio: apunto en borrador y no "publico" hace días.Estamos en eso, de todos modos. No fui a la marcha, la ví por tevé y la lloré también de esa manera, siempre por dentro. Nuestro karma generacional, lo describís, bien: estamos todos lidiando con el collage propio y no se siente nada bueno.

sol said...

y sí, pero yo creo que lo que está en el fondo de eso es que el collage generacional lo resuelve cada uno en terapia, no existe prácticamente una puesta colectiva de ese proceso. y sin duda no es algo casual. o por ahí es una percepción mía.
saludos y a la espera de tus post, niña criolla.

A.- said...

más poemas, más poemas.

nv said...

no, el recorte de un recorte (y subjetivo) es lo mío: nada, en el pastiche generacional.
slds!