Wednesday, February 28, 2007

nos vamos poniendo tecno

Bueno, el temita del e- voto. En el minipost de acá abajo dije que podría ser una forma de "frenar" ciertos mecanismos clientelares. Lo cierto es que acá hay varios temas, que requieren dar cuenta de lo enorme del objeto de posteo y la necesidad de acotarlo: en el debate del año, yo estaba con los que decían que el clientelismo no define una elección. Pero estamos tan acostumbrados a escuchar a los analistas de la tele hablando de si " el aparato blablhista...", que en las buenas intenciones clasemedieras y libertarias del comentador no llegamos a entrever que nos está hablando del pobre (y atenti que sólo del pobre) como una especie de animalito desideologizado que se rige por patrones estímulo- respuesta del estilo "pañales->duhalde"/ "pan dulce ->menem". Entonces, decía que yo parto de tener en cuenta que el nivel de "compromiso cívico", si se quiere, no depende de la clase.Y en la medida en la que tenés esto en cuenta, el clientelismo y la labor punteril se abren en un abanico inmenso y las decisiones de una persona pobre a la hora de votar se vuelven precisamente eso, decisiones. Decisiones estratégicas. Al amparo de esta idea está Denis Merklen, que es menos conocido que Auyero pero viene laburando el tema asentamientos desde hace ya mucho tiempo. Y laburando bien. Con "bien" quiero decir que hace lo que cualquier sociólogo sueña con hacer: la combinación perfecta entre campo y teoría. Y con "hacer lo que cualquier sociólogo sueña con hacer" quiero decir que si se afeitara el bigote, me casaría con él. Pero más allá de las ocultas pasiones académicas (porque de última soy jipi y sostengo que en todo trabajo que nos representa está Eros, y todos queremos que nos quieran, y si queremos plata es para que nos quieran más y así, el mundo para bien o para mal se rige por esta lógica), resumo: el clientelismo en sí mismo no se puede calificar desde categorías éticas ni morales. Por lo pronto, implica contención y no define elecciones.
Salvada esta aclaración, una anécdota: resulta que hace ya unas semanas yo tengo esta misma discusión con un chico, muy librepensante él, muy inteligente pero medio gorilazo, que me dice "ok, lo de si el clientelismo define elecciones, no lo podemos comprobar ahora. Pero que lo hay, lo hay". A lo cual yo toda ingenua le contesto "ay, nene, pero vos qué sabés: capaz yo te digo "sisis, te voto" pero voto a otro; si se supone que el clientelismo es un mecanismo generalizado, ¿por qué lo que me da totito no me lo va a dar monguito, si yo de última cierro con los dos?". En ese momento hice silencio y pensé "ya está. Cayó. Los varones quieren ser esclavos", y seguí pensando un montón de cosas que no puedo reproducir en este medio porque a mí no me interesa, a ustedes tampoco, y además no vienen al caso. En esa milésima de segundo, él me retruca un simple y relajado "estás equivocada, solcito" (nótese please el diminutivo que en su momento me produjo un efecto multivalente). "Eso se puede arreglar" me dice. "Ah, sí?", "sí". Y me explica un mecanismo que yo no conocía:
1) el puntero te da un sobre cerrado, con la firma y el sellín y adentro la boleta;
2) vos vas, votás "comúnmente" es decir, metés el sobre que te dio el puntero;
3) y cuando salís, le tenés que dar al puntero el sobre abierto (con el que se supone que hay que votar).
Como todavía me quedaban dudas de que fuese todo un invento, porque en la dialéctica amo- esclavo, el que llega a amo es aquel que no le teme a la muerte y en pos de eso ( que es conseguir el reconocimiento del otro en una lucha a muerte, para los giles que dicen que el zurdismo no lee) es capaz de hacer (y por lo tanto decir) cualquiera, lo consulté con una fuente, digamos, "calificada" estas cuestiones (que obviamente es buen padre, buen vecino, etc), y la fuente me lo confirmó. Con lo cual llego a tres pobres conclusiones:
1) el clientelismo tiene reglas operativas muy específicas, cuya codificación implicaría casi un derecho administrativo paralelo;
2) me quise hacer la vivilla y me ganaron la discusión, el reconocimiento, todo. Un garrón;
3) el intercambio amoroso, como alguna vez alguien con perversas intenciones me comentó, es un tráfico de información.
Pero volviendo a lo operativo de las cuestión (no de la cuestión amorosa sino de la clientelar, en la que de todos modos se juega amor, socialización, y pasión, más allá del nivel de ingresos por hogar, ingreso per cápita, trayectoria educativa familiar, etc.), el e- voto vendría a cortar con esto, que puede ser visto como la parte más violenta del clientelismo, y que constituye su logística primaria. Por qué. Porque la máquina de votar "ideal", digamos, emite un sólo comprobante (en realidad, esa es la posibilidad que más se contempla hoy por hoy- porque también están las que no emiten nada) que, incluso en el caso en el que pudiera ser fraguado, debe asumir un valor que, en suma, dé un resultado compatible con los resultados emitidos por la maquinita.
Por eso digo que el e-voting no acaba con el clientelismo per se sino con la parte operativa. No con su lógica, pero sí con parte de su logística. Porque lo cierto es que mientras siga habiendo necesidades insatisfechas ("básicas" para cada clase, para cada estrato, que no son necesariamente planes o poca plata o comidas o anteojos), van a seguir existiendo canales paralelos al Estado dispuestos a satisfacerlas.
Lo curioso es que ni Randazzo en la provincia ni Ruiz en la ciudad salgan a defender el e-voto en función de este punto, que parece ser el más grosso. Si yo tuviera a mi cargo la implementación del voto electrónico ya hubiese salido a llenar todo de afiches del tipo "Sol es transparencia" o "democracia con- Sol-idada". Ellos no.
Las hipótesis que se me ocurren al respecto son tres:
1) Que ya hay un tongo armado desde los propios organismos que lo implementan, como un virus, por ejemplo, que piensan vender después. Lo cual no debe ser muy difícil de hacer y de hecho, según la res pública, en Princeton ya se hizo. Aunque en la ciudad, lo pongo en duda.
2) Que si sos el Director Electoral, como en el caso de Ruiz, no podés salir a decir que sabés que efectivamente hay clientelismo.
3) Que si sos Randazzo y se descubrió que tenías dos ñoquis votando en La Nación todo el día, estés esperando que se calmen las aguas para mandarte con la bandera anti-clientelar.
Todo esto, claro, sin tener en cuenta los factores internos de cada partido (o sea, de EL partido), que son los que definen en serio el nivel de autopromoción que puede asumir un funcionario.
En fin, hablar de política 2.0 me hace sentir europea.

9 comments:

Anonymous said...

Sol: muy bueno el post y da mucha tela para cortar.
Decile a tu amigo que ese mecanismo puede funcionar idealmente, pero igual puede fallar en la práctica. El pobre puede sacar el voto del sobre y hacerlo un bollo en el cuarto oscuro. Puede doblarlo y meterlo en el bolsillo. Puede dejarlo bien prolijito en la pila que dice "Mongo" de boletas y agarrar la de Toto, que le interesa más. Parece increíble que siendo pobres se le ocurran estas artimañas, pero es así.
Mi viejo hacía política para un partido provincial. Organizaba transporte, armaba grupos de gente (todos afiliados al partido) y les daban las boletas para que tuvieran para votar. Una elección, creo que 1985, que perdió su partido, volvió deprimido porque dice que la gente salía del cuarto oscuro con las boletas que ellos le habían dado asomando por el bolsillo trasero del pantalón. Esa vez ganó por única vez en mi provincia la UCR.

Anonymous said...

Ah, y tiene que ser un puntero muy groso para que consiga antes de la elección sobres con la firma del presidente de mesa y de todos los fiscales, que por lo común rotan.

Lunita said...

Hola! Coincido con Esperanza: buenísimo el post. Muy claro. Pero mi opinión es que 1. el puntero no tiene que ser muy groso para conseguir las firmas. Lamentablemente no todos los presidentes de mesa conocen sus derechos como tales y muchas veces es facilícimo para los punteros (que suelen ser gente de caracter resuelto, por lo menos) convercerlos o presionarlos. Y en cuanto a los fiscales, no sé en capital pero en pcia. gracias si tenés uno por mesa. Eso sí que es fácil.
2. En cuanto a la opción de romper la boleta que lleva el sobre que te dió el puntero: no es tan fácil. Es una decisión de la cual hacerse cargo porque normalmente esos sobres tienen además una marca especial, que cuando el fiscal de ese partido está presente mientras se cuentan los votos en el escrutinio (si es que no le pasó por encima al presidente de mesa y lo está "ayudando" a contar), puede chequear perfectamente que el sobre marcado de determinada manera tiene la boleta que corresponde (la de su partido). En general, esa es la razón por la cual se le entrega lo prometido al votante luego de la elección (porque el puntero ya comprobó que el votante lo cagó o no). Hecha la ley...

sol said...

la verdad, las dos están hablando de sucesos muy distintos. muy probablemente el grado de efectividad de la práctica debe variar muchísimo de acuerdo al lugar: provincia/ distrito/cinrcunscripción. cada lugar es historia y coyuntura. no se me oocurre cómo eso se puede llegar a medir.
unaq forma "Cuanti" de experimentar (en un mundo hipotético en el que sólo nos interesara el experimento), sería conseguir que los punteros tuvieran acceso a los sobres y a comprobante falsos, y después comparar la urna con la maqiunita, y obviamente tomendo como referencia los valores de la maquinita y partiendo de que el elector-cliente no tiene nada de miedo a votar otra cosa.

Anonymous said...

y que hay con el debate sobre Que vote quien quiere?
me ilustrariais algo sobre eso
gracias!

Lunita said...

Tenés razón Sol. Y yo además, no hablaba justamente del tema de voto electrónico, sino de las elecciones en la forma tradicional. Creo que tenés toda la razón en términos del lugar y tiempo. Y si la elección es local o nacional, supongo que eso tambièn marca una diferencia.

Anonymous said...

Hola Sol. Buen post (parece que sobre ese tema hay mucho por discutir, incluso leyendo a Merklen, Semán, Auyero, y a Etcétera). Creo que podés quedarte tranquila porque eso que "perdiste" es un debate sobre un mecanismo casi arltiano pero no un debate sobre clientelismo. Quien todavía crea que clientelismo es "favores por votos" se comió toda (pero toda)la retórica liberal. Un puntero además, sólo por momentos se pone electoralista. A veces ni le hace falta.
Cuando el puntero político falla con sus mecanismos electorales y aún más en su diagnóstico coyuntural, ¿estamos frente a prácticas políticas clientelares? Jacques Ellul decía que la propaganda es propaganda sólo si es exitosa, ¿se puede decir lo mismo del clientelismo? En fin, creo, que lo mejor sería escapar de todas esos escenarios-acertijos del tipo "qué hace X si Y le da una boleta?"
Aún así, y si no estoy mintiendo, el e-voto vendría a estar dentro de la misma esfera procedimental y al parecer, si no estoy mintiéndome, en base a alguna experiencia última, no hay garantías de salvar el crackeo. Dejame un rato y me fijo.
Saludos y otra vez, muy bueno el post y los comentarios.

EmmaPeel said...

Sol, como bien se discutía en la barbarie y lo deja entreveer aqui arriba nicolas, clientelismo=votos no es una fórmula cerrada. Creo que lo del e-voto no destierra lo del clientelismo, si querés lo tunea :P
Se viene la era del puntero techie? (y no sumo la paranoia de que el programa pueda ser hackeado, manipulado, etc etc)

saludos desde un clientelismo old fashioned ;)

gA said...

La "cadena de la felicidad" se llama el mecanismo de darte el sobre cerrado. Con mucho de leyenda urbana, puede existir pero es difícil (por lo que dijo ME en el primer comentario), y no define elecciones ni a palos.

En cuanto al voto voluntario, me parece claro que favorece mucho a los partidos "con aparato" y capacidad de movilización, que normalmente son los incumbents. Razón por la cual bancamos el voto obligatorio.