mi primer sueño bloguero (could I ask for anything more?)

Apparently, la presencia de SL en el inconciente colectivo blogueril es fuerte.
Adentro: con Paula y Rex estábamos frente a un escritorio enorme y viejo, en una oficina privada de lo que presumo un banco, de tipo far west. Todo era amarillento y verdoso, producto del paso de la luz a través de las cortinas color verde manzana, pero no un verde manzana copado: un verde manzana del que le gusta a las abuelas. Teníamos que agarrar (bueno, “robar” es la palabra adecuada, yo no tengo la culpa de lo que sueño) un montón de monedas pesadas: había algunas de oro, otras de plata y otras de cobre. Rex quería agarrar todas pero Paula le decía que no, que mejor llevar un montoncito de cada tipo. Yo no entendía bien por qué no sólo las de oro, pero el plan de alguna manera me cerraba y entonces agarraba las de cobre, que no eran redondas sino más bien octogonales. El banco estaba vacío.
Afuera: la batalla post, digamos, Boca-River, de esas que a nuestro fútbol le hacen mucho mal: botellas rotas, facones, autos quemados, piñas volando, remeras haciendo de ventilador, arengas, etc. Ponele que todo transcurría en la Boca. En el medio de todo eso, SL estaba parado con un handy disimulado en la mano, llevando la logística del operativo (je).
Metíamos todo en nuestras mochilas y salíamos caminando rápido. No había patrulleros, no había policías, no había hombres de seguridad ni guardia urbana. Caminábamos pocas cuadras hasta el Parque Lezama, en donde ya era de noche. El gobierno había puesto antorchas a los costados de todos los senderitos. La orquesta sinfónica del Colón (que ahora no toca en el Colón) tocaba Gershwin. Yo pensaba “a+BA” y el cielo estaba estrellado. No hacía frío.