En el post-cromañón, Ibarra empezó a mostrar que Ibarra fue un invento. Qué es un invento y qué no, es una discusión larga que por ahora voy a saltear.
El tema es que hoy demostró que además de ser egoísta, traidor, y políticamente incapaz de responder ante cualquier estímulo que no sea una vieja pishándose encima cuando lo ve, o un asesor haciendo lo mismo y coreando “genio, lindo, capo, grosso, hombre sin calvicie”, es un tipo muy poco inteligente y con muy mal ojo para elegir a sus colaboradores actuales. En resumen, quisiera saber el nombre del ente lobotomizado que le dijo “hacé causa con Maza que para legislador la rompés, Aníbal”.
Pero vayamos por partes. Por lo general no suelo ser tan intempestiva con estas cosas. En las discusiones hogareñas, trato de jugarla de “mirada científica” y dejarle ese rol a Mamá-con-los-huesos-de-aramburu-vamoacer-unaescalera. Pero esto me sacó: me sacó del mailing de la página del que me bajé al instante y me sacó las ganas de… no sé bien de qué, de esforzarme en creer ficciones que cada vez se manifiestan más como ficciones, o sea, “de vivir” pero en la versión menos menos, menos, melodramática de la frase.
Ponete en situación y ejercitá tu empatía que es una virtud copada. Entendelo: no es fácil ser persona, no es fácil ser mujer, no es fácil ser argentina, no es fácil ser porteña, nada nunca es fácil (culpógenos de clase, abstenerse de comentarios estúpidos, please). A esto sumale la cuestión, si se quiere, más generacional de ver desde tu más tierna edad tus más mínimas (mínimas, en serio) esperanzas cayendo sistemáticamente en el inodoro del baño químico del fin de la historia. ¿Estamos todos en sintonía?, ¿estamos todos en la asunción de De la Rúa, la marcha federal, el 20 de diciembre? Ok, entonces sigamos.
Cuando fue el momento de la destitución, y el Droga (a quien apodaron así en el secundario, porque corría muy rápido cuando jugaba al fútbol) saltó al toque con “horror! golpe institucional!”, yo (“Yooooo”) le creí. Y si bien había una vocecita adentro de la cabeza que me decía “son tres legisladores en una sala de 60, qué engendro del demonio fue lo que pasó ahí?”, elegí concientemente no escucharla.
Otra cosa que me prendió la lucecita roja, la cruz de san andrés, el silbato, la barrera, el tren avanzando a 500 por hora conmigo en los rieles, fue el intento de referéndum. El discurso que la gente de Aníbal esgrimía ante Carrió, que decía que llamar a referéndum era una maniobra psicológicamente masiva para poner su culpa en la ciudadanía, era que la llamada a referéndum era una medida de la constitución de la ciudad impulsada por los frepasistas constituyentes, y que por lo tanto era coherente que él la pusiera en uso. No sé si alguien se acuerda de los volantes que tenían en las mesas, pero la base era esa. Y justo ese discurso daba para que a todos nos repimpoloteara la idea de que “bueno, el juicio político también está previsto por a constitución”. A mí me repimpoloteó pero, again, elegí no dar bola, porque de última me parecía que eso tampoco era argumento suficiente para bajar a un dirigente que yo había votado y que sí, había metido a una maestra jardinera a lidiar con los inspectores históricamente mafiosos, históricamente incontrolables, y además (esta era la única novedad), menos: porque la gestión había removido a la mitad del cuerpo. Pero elegí creer.
El mecanismo (y hasta el sentimiento) es el mismo que uno tiene cuando lxs novixs lo cagan, eso de “tené cuidado, gil, porque sé todo y si te creo es porque elijo creerte”.Y este caso fue algo así, pero con la diferencia de que (en parte, afortunadamente) estas amenazas tienden a surtir efecto con nuestrxs novixs. Pero con el Droga…con el Droga todo se vuelve más complicado. Las que lo conocen íntimamente dicen “no tiene límites” y medio que se lo festejan, en un acto repulsivo y puramente ibarrista: “tus defectos son virtudes, Aníbal”. Él lo sabe y se lo autofesteja, también, en un acto de cinismo que a un novio nunca le podría perdonar. Porque si no sos un cínico importante no salís a defender a Maza, no salís a comparar lo incomparable, y ¿sabés por qué?, porque desde el momento en el que se te vuelve comparable se pudrió el respeto que te queríamos tener, se rompió el verso del golpe institucional, se cayó el jarrón de vidrio y nos astilló los ojos a todos.
Si ya sabíamos que te habías cagado en armar un proyecto político para la ciudad y que no te interesó nunca tener un armado que excediera a tu persona, a tal punto que metiste solamente 3 (tres, Tres!) diputados propios; si nos habíamos conmovido y asqueado con tu discurso de “fui fiscal en el juicio a las juntas”; si aceptamos que metieras gente de tu hermana que cuando te tuvo que bancar no te bancó, y en fin, si nos tragamos todos esos sapos (y no alcanzaba la sal, el ketchup, nada, para darles buen sabor) porque necesitábamos, desesperadamente necesitábamos creer en algo y elegimos (elegimos, entendés?) morfarnos lo del golpe institucional, la verdad es que con lo de Maza lo demostraste: no tenés límites. Porque lo peor de esto es que seguramente pensás que podés salir a decir este tipo de cosas sin que nadie frene un segundo la vorágine de la vida perra que lleva y diga “bancá, esto no era lo que defendías hace dos años, eh, yo no compré esto”. Y, dentro de lo peor, otra cosa aún peor, es que probablemente tengas razón. Pero si yo me di cuenta de que nos mentiste, tiene que haber un par más. Y si ese par más le cuenta a sus amigos, ya somos un grupete. O eso quiero creer. Y si no, está la justicia natural, dicen, esa que abrís la ventana y la ves. La cuestión es que algo tiene que pasar. Y si en El Colegio tus futuros asesores te decían “Droga” por tus virtudes velocísticas, y las chicas morían por vos y gritaban “Gooool de Droga!”, mi consejo es este: empezá a correr, porque un día nos vamos a terminar de cansar, y que no apoyemos la destitución no significa que nos banquemos la mentira.
El tema es que hoy demostró que además de ser egoísta, traidor, y políticamente incapaz de responder ante cualquier estímulo que no sea una vieja pishándose encima cuando lo ve, o un asesor haciendo lo mismo y coreando “genio, lindo, capo, grosso, hombre sin calvicie”, es un tipo muy poco inteligente y con muy mal ojo para elegir a sus colaboradores actuales. En resumen, quisiera saber el nombre del ente lobotomizado que le dijo “hacé causa con Maza que para legislador la rompés, Aníbal”.
Pero vayamos por partes. Por lo general no suelo ser tan intempestiva con estas cosas. En las discusiones hogareñas, trato de jugarla de “mirada científica” y dejarle ese rol a Mamá-con-los-huesos-de-aramburu-vamoacer-unaescalera. Pero esto me sacó: me sacó del mailing de la página del que me bajé al instante y me sacó las ganas de… no sé bien de qué, de esforzarme en creer ficciones que cada vez se manifiestan más como ficciones, o sea, “de vivir” pero en la versión menos menos, menos, melodramática de la frase.
Ponete en situación y ejercitá tu empatía que es una virtud copada. Entendelo: no es fácil ser persona, no es fácil ser mujer, no es fácil ser argentina, no es fácil ser porteña, nada nunca es fácil (culpógenos de clase, abstenerse de comentarios estúpidos, please). A esto sumale la cuestión, si se quiere, más generacional de ver desde tu más tierna edad tus más mínimas (mínimas, en serio) esperanzas cayendo sistemáticamente en el inodoro del baño químico del fin de la historia. ¿Estamos todos en sintonía?, ¿estamos todos en la asunción de De la Rúa, la marcha federal, el 20 de diciembre? Ok, entonces sigamos.
Cuando fue el momento de la destitución, y el Droga (a quien apodaron así en el secundario, porque corría muy rápido cuando jugaba al fútbol) saltó al toque con “horror! golpe institucional!”, yo (“Yooooo”) le creí. Y si bien había una vocecita adentro de la cabeza que me decía “son tres legisladores en una sala de 60, qué engendro del demonio fue lo que pasó ahí?”, elegí concientemente no escucharla.
Otra cosa que me prendió la lucecita roja, la cruz de san andrés, el silbato, la barrera, el tren avanzando a 500 por hora conmigo en los rieles, fue el intento de referéndum. El discurso que la gente de Aníbal esgrimía ante Carrió, que decía que llamar a referéndum era una maniobra psicológicamente masiva para poner su culpa en la ciudadanía, era que la llamada a referéndum era una medida de la constitución de la ciudad impulsada por los frepasistas constituyentes, y que por lo tanto era coherente que él la pusiera en uso. No sé si alguien se acuerda de los volantes que tenían en las mesas, pero la base era esa. Y justo ese discurso daba para que a todos nos repimpoloteara la idea de que “bueno, el juicio político también está previsto por a constitución”. A mí me repimpoloteó pero, again, elegí no dar bola, porque de última me parecía que eso tampoco era argumento suficiente para bajar a un dirigente que yo había votado y que sí, había metido a una maestra jardinera a lidiar con los inspectores históricamente mafiosos, históricamente incontrolables, y además (esta era la única novedad), menos: porque la gestión había removido a la mitad del cuerpo. Pero elegí creer.
El mecanismo (y hasta el sentimiento) es el mismo que uno tiene cuando lxs novixs lo cagan, eso de “tené cuidado, gil, porque sé todo y si te creo es porque elijo creerte”.Y este caso fue algo así, pero con la diferencia de que (en parte, afortunadamente) estas amenazas tienden a surtir efecto con nuestrxs novixs. Pero con el Droga…con el Droga todo se vuelve más complicado. Las que lo conocen íntimamente dicen “no tiene límites” y medio que se lo festejan, en un acto repulsivo y puramente ibarrista: “tus defectos son virtudes, Aníbal”. Él lo sabe y se lo autofesteja, también, en un acto de cinismo que a un novio nunca le podría perdonar. Porque si no sos un cínico importante no salís a defender a Maza, no salís a comparar lo incomparable, y ¿sabés por qué?, porque desde el momento en el que se te vuelve comparable se pudrió el respeto que te queríamos tener, se rompió el verso del golpe institucional, se cayó el jarrón de vidrio y nos astilló los ojos a todos.
Si ya sabíamos que te habías cagado en armar un proyecto político para la ciudad y que no te interesó nunca tener un armado que excediera a tu persona, a tal punto que metiste solamente 3 (tres, Tres!) diputados propios; si nos habíamos conmovido y asqueado con tu discurso de “fui fiscal en el juicio a las juntas”; si aceptamos que metieras gente de tu hermana que cuando te tuvo que bancar no te bancó, y en fin, si nos tragamos todos esos sapos (y no alcanzaba la sal, el ketchup, nada, para darles buen sabor) porque necesitábamos, desesperadamente necesitábamos creer en algo y elegimos (elegimos, entendés?) morfarnos lo del golpe institucional, la verdad es que con lo de Maza lo demostraste: no tenés límites. Porque lo peor de esto es que seguramente pensás que podés salir a decir este tipo de cosas sin que nadie frene un segundo la vorágine de la vida perra que lleva y diga “bancá, esto no era lo que defendías hace dos años, eh, yo no compré esto”. Y, dentro de lo peor, otra cosa aún peor, es que probablemente tengas razón. Pero si yo me di cuenta de que nos mentiste, tiene que haber un par más. Y si ese par más le cuenta a sus amigos, ya somos un grupete. O eso quiero creer. Y si no, está la justicia natural, dicen, esa que abrís la ventana y la ves. La cuestión es que algo tiene que pasar. Y si en El Colegio tus futuros asesores te decían “Droga” por tus virtudes velocísticas, y las chicas morían por vos y gritaban “Gooool de Droga!”, mi consejo es este: empezá a correr, porque un día nos vamos a terminar de cansar, y que no apoyemos la destitución no significa que nos banquemos la mentira.
3 comments:
esto se queda a mitad de camino, demasiado mediocre para ser un texto elaborado, demasiado (yo escribo bien) para ser una bolsa de palabras.
martina.
no, para mí está bueno!
quiero ver el blog de martina
Muy bueno, a mí también me defraudó Ibarra y yo no puedo ponerlo en palabras como vos pero no lo pongo en el sobre nunca más
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