Hice preescolar y primaria en el Buzchiazzo. El Buschiazzo es un colegio que queda enfrente de la casa en la que vivo ahora pero en la que no vivía cuando hacía la primaria, sino mucho más lejos. Así que mi vida no fue fácil, porque soy genéticamente remolona y nunca me podía levantar para llegar a las 8, que era el horario de entrada. Esto me trajo varios problemas de índole familiar, porque mi hermanita es una onda más “alondra” y además tiene desde muy (muy muy) chiquita una facilidad para contraer ataques de nervios y stress grosso, producto de un exceso de energía ocasionado por el nesquick que ella indefectiblemente tomaba y que yo indefectiblemente volcaba con gracia y maestría. Este exceso de energía era descargado a través de patadas sistemáticas que el mostro irradiaba cómodamente desde su costado del asiento trasero del auto mientras yo intentaba tomarme un cepita sabor manzana, que mi madre optó mentadamente por darme de desayuno: si se volcaba, no manchaba. Genial.
Yo iba a la sala azul, tenía cinco o seis años y había un chico muy rubio que se llamaba Federico y gustaba de mí. En los recreos, que en el jardín no se llaman así, sino “patio”, teníamos una dinámica que él y yo aprendimos, en parte, de Cris Morena, quien con toda seguridad arruinó psicológicamente a más de una generación. El juego era algo así: la maestra (Lea, a quien le tenemos mucho cariño) decía “patiooooo” y ahí salíamos. Yo empezaba a caminar todo el patio en un círculo enorme. Sola. Caminaba y miraba la pared, el piso, las aulas. Federico cada tanto me tocaba el hombro, dos golpecitos, como cuando reconocés por la calle a alguien. Ahí yo me daba vuelta y le pegaba un cachetazo. La secuencia se reproducía hasta el infinito, o hasta el momento en que Lea decía “salaaaaa”, lo cual cuando sos chico es más o menos lo mismo. Obvia que Federico me gustaba. Obvia también que si no le pegaba me iba a dejar de gustar.
”Aaaah, entonces, ella estaba corriendo de una cosa linda”.
Sí, qué forrada, no?
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1 comment:
josé me regaló un corazón de yeso que había hecho en taller. Lo rompí y tiré los restos en el tacho de basura del aula, delante de todos...y cris morena todavía no se había casado con don telefé
(despreocúpese, suele suceder =)
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