el amor de los adultos consiste en ir todo el tiempo en contra del ego de una

Otra vez soy nueva en esto de… En la playa, cuando el mar está como amasado, sin olas que asusten a las mamás mientras los nenes juegan a tirar una pelota para después ir a buscarla a nado como los cachorros, cuando la arena es de dos cuadras entre los médanos y el agua, te sentás a mirar las plantas verdes como ramas de pino en las montañas de arena. Hasta donde yo veo, todo está en su lugar. Todos se sientan mirando al mar, pero vos sos al revés: mirás la arena y pensás en grúas, albañiles, martilleros y actuarios que transformen ese cúmulo de ramas en un espacio confortable.

El domingo leíamos juntos el cash y hablábamos del 31% de jóvenes desocupadas, cifra que no incluye a las recientes parturientas que precisan el trabajo pero no consiguen un jardín maternal ni tienen una mamá cesante que cuide a sus bebés de onda y con amor. También hablamos de lo de las mujeres que llegan a jefas de departamento pero no a CEO. Yo hablé sobre la licencia obligatoria por paternidad y vos dijiste “es difícil de aplicar porque ninguna de las dos partes va a estar interesada”, pero en el momento no me di cuenta. Dicen: “hay que querer más allá de todo lo demás”, pero vos hablás de “partes interesadas” como si yo fuese tu amigo y pensás en todas esas grúas mientras mirás la arena. Estoy segura.

Hoy estuve pensando (mis tiempos corren lento: rumiar rumiar digerir rumiar decantar) que cualquier organismo internacional estaría dispuesto a financiar la auditoría de la licencia por paternidad y que cualquier consultora tiene la capacidad operativa para hacerlo, al menos en los centros urbanos, para empezar. O sea que si decís "tal cosa no se puede" es porque esa cosa no te gusta, y si decís "a las partes no les interesa" es porque no te interesa.

Y sin embargo hay una cosa que sí sé: aunque vos mires los médanos y yo el horizonte (o bueno, es un decir), estamos sentados en la misma esterilla. Y cuando el viento es fuerte, nos ponemos buzos con capucha y nos tapamos los ojos con las manos si hace falta. Permanecer quietos y juntos: cuidarnos de la arena y el miedo.