I= Volumen neto de producción
II= Obreros ocupados
III= Productividad laboral
IV= Horas-obrero trabajadas
V= Productividad horaria
VI=Horas trabajadas/Obreros ocupados
VII=Salario medio real
VIII= Costo medio salarial
IX= Productividad/Salario medio real
X= Productividad/ Costo medio salarial
(...) Tomaremos como indicadores de los cambios generados en el mercado de trabajo para la industria manufacturara en los 90: la ocupación (II), el salario medio real (VII), el costo medio salarial (VIII), la productividad laboral (III), y las horas-obrero trabajadas (IV).
La ocupación presenta una tendencia decreciente a lo largo de todo el período analizado, salvo en 1997, año en el cual experimenta una leve recomposición. La productividad, en cambio, se mantiene siempre en alza salvo en las tres crisis (1995, 1999, 2001) a las cuales ya nos referimos, en las que cae en forma abrupta. Sin embargo, luego se recupera con una celeridad aún mayor que con la que cae.
La brecha que se observa en el gráfico entre estos dos indicadores (ocupación y productividad), es una imagen representativa de la relación que estos fenómenos guardan entre sí: a medida que la ocupación disminuye, la productividad laboral aumenta en una razón de seis veces más que el volumen físico de producción (SCHORR, 2002). Esto se debe al efecto disciplinador de la desocupación, mediante el cual la expulsión de mano de obra tiene su contrapartida en la intensificación del trabajo de los obreros que quedan ocupados en el sector.
A su vez, se observa que la variable horas-obrero trabajadas tiene un comportamiento casi idéntico a la de obreros ocupados, de lo cual podemos inferir además una intensificación en el ritmo de trabajo, más que en la jornada.
Otro fenómeno que podemos observar es que en momentos en los cuales aumenta tanto el volumen de producción como la productividad, sucede que el costo medio salarial y el salario no sólo nunca aumentan en proporciones similares, sino que además pueden llegar a disminuir (como por ejemplo en 1997), o mantenerse casi constantes (como en 1996), o bien recuperarse, pero muy débilmente, como 1998. En cualquier caso, constituyen las variables que menores variaciones experimentan a lo largo del período, lo cual, teniendo en cuenta el aumento de la productividad laboral y la productividad horaria, da cuenta de una transferencia de ingresos de los trabajadores hacia los capitalistas.
En resumen, y refiriéndonos a lo específico de la actividad manufacturera, las características más relevantes de este período son: a) la sensible mengua en la cantidad de obreros ocupados; b) el aumento de la productividad laboral a lo largo de todo el período, explicada en buena parte, como dijimos anteriormente, por el incremento del nivel de explotación.
Si comparamos estos indicadores con los mismos a nivel global (es decir, para la totalidad del mercado laboral), nos encontramos con que existen varias diferencias. Una primera diferencia es el aumento bastante pronunciado, en el período 1991-1994 de la productividad laboral del sector. Posiblemente, esta diferencia se deba a la pérdida brusca, por parte de la industria, de una serie de medidas de protección, lo cual llevó a la quiebra a muchas empresas y obligó a las sobrevivientes a aumentar su nivel de eficiencia (Beccaria, 2003).
Luego, al comparar el período 1994-1995, observamos en ambos casos que nos encontramos en una fase recesiva, con retracción del empleo y caída del salario medio real, similar a la del costo medio salarial. Sin embargo, se dan dos diferencias: a) la retracción en el empleo es mucho mayor en el sector manufacturero que en el resto de la economía, al menos para este período; b) esta fase recesiva, en el caso del sector manufacturero, no finaliza en el 95 sino en el 96, año en el que la tasa de ocupación se ve beneficiada por una mínima recomposición.
En cuanto a la recuperación de la tasa de ocupación general en el período 1996- 1998, podemos ver que es más leve en el sector manufacturero. De hecho, podría decirse que no constituye una recuperación real, sino más bien un tramo (el único de la serie) en el cual la variable “obreros ocupados”, no experimenta una caída. Por otra parte, el costo medio salarial va mucho más a la saga del salario real en la producción de manufacturas que en el caso de otras industrias, lo cual se explica por su mejor performance productiva y de precios.
El período 1998-2001, el sector manufacturero no coincidió con las tendencias generales de crecimiento en el empleo (aunque, ¡cuidado!, el desempleo también ascendió), sino que entró en su declive más pronunciado, y se mantuvo en caída libre hasta el 2001. Sin embargo, el salario medio del sector no se deterioró, como sí lo hizo el salario medio global.
Los factores que distinguen, durante los 90, al mercado laboral propio del sector manufacturero del de los demás, son los siguientes: a) La pérdida de capacidad del sector para generar empleo, e incluso la reversión de esta tendencia; b) la transferencia regresiva de recursos vía la sobreexplotación. Esto nos lleva nuevamente a la idea de la cual partimos: en un contexto de disminución estructural de la tasa de ganancia, es el aumento en la explotación de la mano de obra lo que puede compensar esta caída. Y si bien este proceso no es lineal, podemos decir que en los países emergentes han acontecido fenómenos similares cuyas consecuencias fueron las mismas: desregulación laboral, sobreexplotación, transferencia regresiva de recursos. (...)
1 comment:
vos en pucciareli? está bueno.
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